La polarización en Brasil: una advertencia para el Frente de Todos

Por Arturo Laguado Duca*

Investigador y docente del Área Estado y Políticas Públicas de la FLACSO Argentina

La ‘resurrección’ de Jair Mesías Bolsonaro muestra, una vez más, que la polarización es una característica del proceso político latinoamericano contemporáneo -y tal vez del mundo occidental- en el contexto del neoliberalismo tardío. El caso brasileño es diciente: los dos candidatos que representaban proyectos de poder antagónicos sumaron más del 90% de los votos, reduciendo a los demás partidos a la función de comparsas.

Este fenómeno de achicamiento del ‘centro’ se repite en toda América Latina, desde Perú a Colombia. Las terceras fuerzas no despegan, ni siquiera en países donde existe un presidencialismo débil como en Perú, o un sistema de partidos en crisis, como en Colombia, situación que, en teoría, fortalecería la ampliación de la oferta electoral y la consolidación de los terceros partidos. Sin duda, la Argentina no es ajena a este fenómeno. Eso lo entendió la derecha que puja entre sí –dentro y fuera de JxC- para monopolizar una imagen de intransigencia ante las reivindicaciones de los sectores populares.

No parece, sin embargo, que el gobierno haya entendido este escenario. Si bien, es cierto, que las demandas de la gestión en los regímenes democráticos no permiten posiciones maximalistas –independientemente de su ubicación en el espectro político-, el ‘extremo centro[1]‘ tampoco es una propuesta política viable en el contexto actual.

Con responsabilidad, el presidente Fernández ha tomado en serio el desafío de ordenar las variables macroeconómicas que dejó colapsadas el macrismo con su mega endeudamiento –aunque también es justo reconocer que el acuerdo con el FMI del ministro Guzmán fue poco beneficioso-. Sin embargo, no ha puesto un énfasis similar en la recomposición de la capacidad adquisitiva de la población y, menos aún, en la reconstrucción de la soberanía del Estado sin la cual no se puede aspirar a transformación alguna[2]. El desplazamiento a un segundo plano de estas dos variables –capacidades estatales y reconfiguración de la matriz distributiva- no sólo limitan su capacidad de intervención ante los poderes fácticos, sino que debilitan la continuidad en el tiempo del proyecto popular, arriesgando un retorno de la derecha, ahora radicalizada en el contexto de polarización extrema.

En una configuración política dada por un Poder Judicial corrupto, una derecha política agresiva, unos medios de comunicación partidizados y la posición dura de las grandes corporaciones en la puja distributiva enmarcada en un contexto económico de alta inflación, crisis del poder adquisitivo y permanencia de la desigualdad, el institucionalismo terco del presidente es el camino hacia una probable derrota del Frente de Todos (FdT) en 2023.

Crecimiento sin distribución

En última instancia, a buena parte del electorado -cuya carencia de memoria histórica es producto de un olvido sistemáticamente implantado por los medios de comunicación masiva- no le quedaría fácil puntualizar los logros del actual gobierno del FdT en lo relacionado con su vida cotidiana. Claro está; la inflación juega en esta percepción un lugar central.

Informó el INDEC el 29 de septiembre que en julio pasado los salarios volvieron a quedar por debajo del Índice de Precios al Consumidor, incrementándose un 7,4% contra el 5,5% del índice de salarios compuesto por el sector público (7,3%), el privado (5,4%) y el privado no registrado (3%), marcando un crecimiento interanual del 68,7% contra una inflación del 71%[3]. Un crecimiento del IPC similar e, inclusive, mayor, se espera para el mes de septiembre. Por otra parte, el incremento de precios se dio, principalmente, en el rubro alimentos y bebidas[4] lo que explica la aparente paradoja de que, comparando el primer semestre de 2021 con su equivalente de 2022, desciendan el desempleo (pasó del 8,7% al 6,9%) y la pobreza (40,6 % al 36,5%)[5] pero se incremente la cantidad de indigentes como lo señaló en su tuit la vicepresidenta. La línea de indigencia -es decir, los ingresos que necesita un hogar para comprar los alimentos básicos- es superior al salario mínimo ($52.990 vs. $51.200) lo que, sumado al crecimiento del empleo informal cuyo incremento salarial fue menor, explica que, si bien la indigencia se ha reducido en comparación con la primera mitad del año pasado (10,7%), subió respecto a diciembre de 2021 (8.8% vs. 8.2%).

La aceleración de la inflación en alimentos no sólo repercute sobre todos los precios de la economía y golpea a los más pobres, sino que, dado que desorganiza fuertemente la vida cotidiana, creando un malestar que trasciende su impacto en el poder adquisitivo. Así, la inflación sostenida opaca los innegables éxitos que ha tenido la gestión de Massa en tanto recomposición de reservas como en el crecimiento sostenido de la actividad económica que, en virtud del ajuste pactado con el FMI, comienza a desacelerarse[6].

Mientras el gobierno mejora la relación con el FMI o con los productores de soja acoplándose, en ambos casos, a sus exigencias, la dinámica inflacionaria enmarca el debate político traspasando, incluso, las fronteras nacionales para repercutir, por ejemplo, en el debate electoral brasileño donde ambos candidatos se desmarcaron de las decisiones argentinas en materia macroeconómica. Es que la inflación ya no es atribuible a los factores externos sino a la capacidad de las empresas de incrementar su rentabilidad ante la aparente resignación del Poder Ejecutivo[7].

Según demuestra un informe de CEPA, desde 2015 hasta ahora, las principales firmas industriales del país tuvieron una rentabilidad extraordinaria al tiempo que la participación de los trabajadores en el ingreso nacional cayó -entre 2016 y 2022- del 54.2% al 46.9%[8]. Paralelamente, se produce un ajuste del gasto público presionado por la necesidad de acumular dólares para cumplir con lo acordado con el FMI. Sin embargo, un grupo de empresas accedieron a dólares baratos -energéticas, bancos, constructoras, alimenticias y firmas del sector de la comunicación accedieron a nada menos que 23.710 millones de dólares- para pagar deudas contraídas durante el gobierno de JxC que, presumiblemente, fueron a engrosar las guaridas fiscales. La urgencia de recomponer reservas implicó también la suspensión en la práctica de las retenciones a los exportadores de soja a través del dólar preferencial que se les concedió para convencerlos a que liquiden el poroto guardado en silobolsas.

En estas condiciones el descenso de la tasa de desempleo no redundó en recomposición del salario, sino que -medido en dólares que es la moneda de referencia de los empresarios para calcular costos- éste se desplomó casi a la mitad del de 2015[9].  En otras palabras, han sido los trabajadores -donde está la mayoría de los votantes del FdT- quienes están pagando el mega endeudamiento macrista sin que el gobierno de Alberto Fernández haya sido capaz de revertir esta situación.  En ese marco se puede esperar una importante conflictividad social y una tensa negociación de paritarias como ya pasó con el sindicato de empleados del neumático (Sutna).

Soberanía estatal

Estos poderosos condicionamientos que enfrenta el gobierno son, sin duda, heredados. Sin embargo, la postura exageradamente institucionalista del presidente y su renuencia a movilizar su base de apoyo en un contexto donde la oposición juega con las cartas marcadas -vía colusión con el Poder Judicial y los medios de comunicación- no han permitido revertir la situación.

Como bien señala Aronskind[10], la pérdida de soberanía del Estado argentino es un proceso que comienza con la dictadura de 1976 -no es menor que también en ese régimen comienza el bimonetarismo- y se mantiene hasta la actualidad con el interludio de los gobiernos kirchneristas. Y, en esa carencia de soberanía, radica muchos de los fracasos del gobierno incluyendo el control de la inflación:

“La debilidad y la falta de convicción que el gobierno mostró frente a diversas dificultades, desde las políticas de protección económica en la pandemia hasta Vicentín, el dragado del Paraná, la defensa de las reservas del Banco Central, la admisión pasiva del insólito crédito del FMI, el control de la inflación especialmente en alimentos, la continuidad de la fuga de capitales por diversos medios, no hizo sino profundizar su debilidad en relación a los factores de poder privados”[11].

A los hechos que menciona Aronskind se pueden sumar muchos otros como, por ejemplo, el reconocimiento de la imposibilidad de controlar los precios[12], las amenazas cada vez más abiertas de los ministros de la Corte Suprema al oficialismo si intenta una reforma judicial[13] o de los jueces que, descaradamente, amañan el derecho para servir a los amigos del macrismo (caso Stornelli, por ejemplo) o fallan inexplicablemente en cuestiones de competencia del Poder Ejecutivo (como las cautelares a favor de empresas para conseguir dólares baratos). En la misma lógica de no confrontación se inscriben las constantes contramarchas del gobierno en proyectos que afectarían a los poderes fácticos como el impuesto a quienes hayan fugado divisas o, incluso, en algunos otros de menor trascendencia económica, como la ley de humedales.

La decisión de Alberto Fernández de no confrontar llega a extremos de abandonar leyes que la bancada del FdT considera útiles de cara a la campaña del año próximo. Es el caso del proyecto de suspender las primarias obligatorias (PASO) que, por otra parte, tiene el respaldo de varios gobernadores e intendentes, incluyendo algunos de la oposición. Cuando más se radicaliza la derecha hasta el extremo de negarse a condenar el atentado contra la vicepresidenta o intimidar a padres y estudiantes movilizados con la policía del Ciudad de Buenos Aires, más cede la iniciativa el Poder Ejecutivo. En un extremo de conciliación Alberto Fernández concertó con el sector más acuerdista de la CGT trasladar la movilización del 17 de octubre a Tucumán[14], clausurando la idea original de usar esa fecha simbólica del peronismo para hacer una gran movilización de condena al atentado a CFK.

El extremo centro

 No confrontar se va volviendo el gesto distintivo del gobierno a riesgo, incluso, de perder el control de variables económicas como la inflación. Así, a pesar de reconocer las ganancias extraordinarias de los formadores de precios, el muy ortodoxo ministro de Economía atribuye el descontrol inflacionario al “desorden cambiario” y “el impulso monetario de origen fiscal”[15]. Por tanto, en lugar de disciplinar a los formadores de precios se proponen soluciones monetarias y fiscales.

De esta forma se profundiza un movimiento hacia el ‘extremo centro’ postergando los principios redistributivos del peronismo y se resigna la soberanía estatal junto con el olvido de la movilización popular como mecanismo legítimo de acumulación de fuerzas.

En estas condiciones las patronales han redoblado la intransigencia frente a la discusión salarial -como en el caso de los neumáticos, un sector que ha tenido ganancias exorbitantes- o ante los intentos de llegar a acuerdos de precios. La dura postura empresaria se ve favorecida por la neutralidad -cuando no apoyo- de los ministros de Trabajo y de Economía, como sucedió con el sindicato de los trabajadores del neumático a quienes Sergio Massa acusó de intransigentes y amenazó con la apertura de importaciones en un contexto de alta rentabilidad. Según afirma Diego Genoud, el mismo viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein reconoció que: “Hay algo que sí está adelantado a nivel macro, lo que llamamos un residuo, que son los márgenes brutos empresariales, que han quedado altos en general. Hay que buscar la manera de ser eficiente y que los márgenes generales de las empresas vuelvan a lo que eran hace cuatro o cinco años atrás porque se han desfasado”[16].

Mientras Alberto Fernández profundiza su giro hacia el centro, el poder económico incide cada vez más directamente en las subjetividades a través de sus medios de comunicación adictos, proponiendo un discurso antiestatista y extremando el egoísmo neoliberal oculto bajo el rótulo de ‘meritocracia’ que propone la derecha en sus distintas formas.

Resignándose a abandonar sus capacidades regulatorias el gobierno fortalece esa imagen de Estado ineficiente y caro, dando paso a la reedición de la idea de ‘gigante bobo’, popular en los años 90.  El resultado es la propagación del desencanto con la política y los políticos enunciado en el discurso de la ultraderecha neoliberal representada por Bolsonaro, Milei, Bullrich y Macri, entre muchos otros. Este discurso establece una cadena significante que asocia pobreza, con intervención estatal, izquierda cultural y reivindicaciones populares, proponiendo como alternativa el aparente oxímoron dado por la libertad individual -libertad de comercio- y la represión ante las reivindicaciones colectivas.

¿Hay 2023?

 Aunque el desafío no es menor, es temprano para pronosticar un retorno de la derecha al gobierno, ahora radicalizada por mor del espíritu de los tiempos. Sin embargo, para que esto no suceda, urgen cambios en la economía y en el discurso. Y, sobre todo, la demostración de una clara voluntad de poder que manifieste la intención del presidente de mantener un proyecto transformador. La liviandad con que se está manejando el tema de la inflación y la recomposición salarial lleva a dudar si existe dicha voluntad en el interior del gobierno.

Hay algunos indicadores que permiten dudarlo, por ejemplo, el poco impulso al fin de las PASO, cuya derogación daría una pequeña ventaja al oficialismo dada la feroz interna de JxC[17] o la laxitud con que se toma el urgente problema de la inflación. Sea o no un problema planetario el incremento de precios, la peor medida es dejar que se resuelva por sí mismo. En todo el mundo se diseñan políticas activas para enfrentarlo, desde estatizar empresas que aumentan precios -como sucede en varios países de Europa- hasta planes integrales que buscan rebajar -ya no mantener- el precio de los alimentos, como es el caso de México[18]. Es cierto que la situación de Argentina es singular por causa del mal acuerdo con el FMI, pero, cumplir en silencio ese mandato, limitándose a la acumulación de dólares como principal medida macroeconómica, no parece un camino políticamente sostenible. Como tampoco parece serlo el ajuste del 3.7% del gasto primario que contempla el presupuesto de 2023 según análisis de CIFRA[19], aunque éste sea menor que el mega ajuste de 2018-2019 que terminó en la derrota electoral del macrismo.

En resumen, el gobierno debería abandonar el giro hacia el “extremo centro” y dar mayor participación en la toma de decisiones a quienes son competitivos para las próximas elecciones. Las elecciones brasileñas son el ejemplo de la desaparición electoral de los terceros partidos, mostrando, una vez más, la inexistencia de las ‘avenidas del medio’.

Por otro lado, para ese espacio político ya se postuló Facundo Manes, quien pretende resucitar un imaginario proyecto radical de modernidad y transparencia. Si en política es bastante difícil ocupar un espacio ya tomado -en este caso por la fracción de la UCR que aún no se ha disuelto en el PRO[20]-, en este caso existe el agravante de que ese espacio no tendría perspectivas de crecimiento, según la lógica que está mostrando la acción política en la región.

En épocas de transición -y ésta es una de grandes cambios planetarios- los proyectos políticos transformadores se construyen sobre liderazgos fuertes y se sustentan en la interpelación popular y en cambios estructurales. Sobre estas bases debería comenzar el FdT la corrección del rumbo.


[1] El concepto de extremo centro fue elaborado por el teórico pakistaní Tariq Alí pare referirse a los gobiernos socialdemócratas europeos que tomaron la agenda neoliberal, sólo para humanizarla un poco. Como es sabido, el extremo centro fue un incentivo para el crecimiento actual de los movimientos de extrema derecha.

Textualmente Alí lo define como un acuerdo donde “El cascarón democrático en el que el capitalismo occidental ha prosperado hasta hace poca muestra numerosas grietas. Desde la década de 1990, la democracia ha adoptado en occidente la forma de un extremo centro, donde el centroizquierda y el centro-derecha se han compinchado para mantener el statu quo; una dictadura del capital que ha reducido los partidos políticos a la condición de muertos vivientes”.  T. Ali, Extremo centro, Madrid, Alianza editorial, 2015.

[2] Como bien demuestra Aronskind, la destrucción de las capacidades estatales fue un proceso sistemático desde la dictadura de 1976, llegando a momentos cumbre durante los gobiernos de Menem, De la Rúa y Macri y con alguna recomposición durante los 12 años kirchneristas. El gobierno de Alberto Fernández no ha puesto este tema en agenda. https://lateclaenerevista.com/deconstruir-el-frente-para-la-derrota-por-ricardo-aronskind/

[3][3] https://rambletamble.blogspot.com/2022/09/sopita.html?spref=tw

[4] https://www.pagina12.com.ar/486336-la-mas-alta-del-ano

[5] https://twitter.com/Lupo55/status/1575576926206320640?t=OQgiFJRMSFsByct_ct870A&s=08

[6] https://www.ambito.com/economia/economia/la-se-estanco-julio-pero-acumulo-el-ano-un-crecimiento-64-n5544845

[7] https://www.pagina12.com.ar/486327-a-cualquier-precio

[8] https://politicaspublicas.flacso.org.ar/2022/10/04/cual-es-el-mundo-real/

[9] https://www.eldestapeweb.com/economia/salario-minimo/el-salario-en-dolares-se-redujo-a-la-mitad-en-apenas-cinco-anos–20221030546

[10] https://lateclaenerevista.com/deconstruir-el-frente-para-la-derrota-por-ricardo-aronskind/

[11] https://lateclaenerevista.com/deconstruir-el-frente-para-la-derrota-por-ricardo-aronskind/

[12] Así pareció reconocerlo el secretario de Comercio Interior, Matías Tombolini en un tuit que ridiculiza la posibilidad de sancionar a quinees no cumplan el acuerdo de precios. https://twitter.com/Lupo55/status/1575579173305061376/photo/1

[13] La Corte Suprema de Justicia ya perdió todo pudor ante el silencio del presidente Fernández. Su última jugada fue la habilitación de Rosenkratz -exabogado de Clarín- para que participe en la demanda que tiene el gobierno contra este multimedio. https://www.eldestapeweb.com/politica/corte-suprema-de-justicia/la-corte-avala-que-rosenkrantz-intervenga-en-la-causa-por-las-tarifas-del-grupo-clarin-su-ex-cliente-20229281090

[14] https://www.baenegocios.com/politica/La-CGT-ceno-con-el-Presidente-paritarias-y-el-17-de-Octubre-puntos-de-acuerdo-20220927-0009.html

[15] https://www.pagina12.com.ar/486336-la-mas-alta-del-ano

[16] https://www.lapoliticaonline.com/diego-genoud/diego-genoud-los-riesgos-de-perder-la-provincia/

[17] https://www.pagina12.com.ar/487051-manes-disputa-la-interna-y-acuso-de-espionaje-al-gobierno-de

[18] https://agendadeldesarrollosocial.com/gobierno-federal-y-empresas-productoras-y-distribuidoras-acuerdan-diversas-medidas-contra-la-inflacion/

[19] https://www.eldestapeweb.com/economia/presupuesto-2023/presupuesto-2023-ajuste-quirurgico-en-linea-con-el-fmi-20221030546

[20] No sólo Manes reivindica ese espacio, también Morales https://www.pagina12.com.ar/487041-una-interna-al-rojo-vivo-y-sin-fin-entre-los-presidenciables

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